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lunes, 27 de octubre de 2014

Que hacer? En la búsqueda de un Compromiso de Garantías Nacionales Democraticas y Republicanas


Los resultados electorales desde 1983 a la fecha han marcado que, con diferentes porcentuales que el partido gobernante siempre ha tenido en frente, sin compartir su oferta electoral, una porción importante, cuando no mayoritaria, de la población.
Si bien ello no implica necesariamente una tajante división en dos bandos de la masa electoral, un análisis de los candidatos desde 1983 a la fecha, permite reagruparlos, con sus respectivas particularidades, en no más de cuatro núcleos con raíces comunes.
La UCR, de cuyo tronco se han desprendido la CC, GEN entre otros;  el PJ; la centro derecha, (PRO) y la centro izquierda, (los socialistas, PO, IP, en sus distintas vertientes). En las sucesivas elecciones presidenciales (y sin considerar las elecciones legislativas) a lo largo de estos casi treinta años, han surgido nuevas ofertas electorales que de una u otra manera son desprendimientos de este cuarteto o reagrupamiento de parcialidades de estos cuatro.
A ello se ha sumado una característica de relevancia, los partidos políticos, como estructuras de participación electoral, han dejado de ser entes colectivos de participación, para transformarse en apéndices de figuras relevantes, fenómeno que dio comienzo a partir del menemismo y ha alcanzado su punto culminante, (al menos por ahora) en la actualidad.
Que se quiere significar con esto?
Que hasta 1983 inclusive, las candidaturas surgían de “abajo hacia arriba” y de “adentro hacia afuera” de los partidos políticos, (existía lo que podemos denominar “carrera política”) hasta poder brindarse, merced a laborioso desarrollo político como oferta electoral: Raúl Alfonsín, Víctor Martínez, Ítalo Luder, Deolindo Felipe Bittel, Oscar Alende, Lisandro Viale, Rogelio Frigerio, Antonio Salonia, Rafael Martínez Raymonda, René Balestra, Francisco Cerro, Arturo Ponsatti, Álvaro Alsogaray, Guillermo Estévez Boero, Altamira, todos en mayor o menor medida habían tenido una trayectoria interna dentro de sus respectivas estructuras partidarias y en algunos casos cargos de representación popular.
A partir de esa fecha comienzan a emerger “figuras” políticas que, por determinadas cuestiones temporales emigran de sus partidos de origen y gracias a sus características personales aglutinan adeptos que van a conformar nuevos partidos con diversa suerte: José Octavio Bordón, Carlos Chacho Álvarez, Elisa Carrio, López Murphy, entre otros son ejemplo de ello. Otras, surgen de ámbitos ajenos al quehacer político: Lidia Satragno, Daniel Scioli, Miguel del Sel, Palito Ortega, Aldo Rico, y encolumnan su prestigio tras una personalidad política ya desplegada o bien intentan abrirse camino por sus propios medios. Y finalmente se incorporan personalidades políticas provinciales o locales que, emulando la trayectoria de Carlos Menem se catapultan al escenario nacional: los Rodríguez Saa, Néstor Kirchner, Jorge Omar Sobisch, Juan Carlos Romero.
Estas entradas de nuevas figuras modifican de alguna manera los partidos tradicionales y, los de las últimas categorías sobre todo, sientan la premisa de que se “hace” política con “fama” o con “plata”, desnaturalizando las actividades internas partidarias y suplantándolas por auto designaciones a candidaturas, razón esta por la que las negociaciones entre lo que antes eran organizaciones políticas, ahora se tornan personales.
De esta manera se produce un “achicamiento” de la política y se propicia la “no participación”, arrogándose los interlocutores el papel de “interpretes” de la opinión pública y de sus manifestaciones.
Obviamente las consecuencias de estas actitudes son de cortísimo alcance, a lo sumo el lapso que va de un proceso pre-electoral al resultado del mismo y carecen de la menor proyección política en el seno del electorado. Pese a ello, al siguiente proceso el experimento infaliblemente se repite.
Como resultado natural de esto, el oficialismo (que participa de los defectos arriba señalados) con su férrea voluntad de unicato, la estructura del poder a su disposición, la aquiescencia de legisladores, gobernadores e intendentes necesitados de sus dádivas, se ve ampliamente favorecido por estos devaneos de los opositores.
Así las cosas el discurso “progresista” que publicita el modelo solo tiene como adversario a la realidad, pero esta no tiene quien la interprete.
QUE HACER?
Dicho esto, si el objetivo político estratégico se encuentra a la distancia del 2015, resulta más que evidente que las ventajas electorales solo están de parte del oficialismo, pese a todos los traspiés que últimamente viene padeciendo, aun en el caso de no lograr el oficialismo una contundente victoria, no se debe dejar de tener en cuenta la amplitud de recursos que ha mostrado el cristinismo (heredados del kirchnerismo) para “borocotizar” resultados y obtener que voluntades opositoras repentinamente se tornen ultra oficialistas.
Sobradas pruebas existen de la voluntad de ir siempre por más en el oficialismo, aunque para ello deban apelar a recursos innovadores de dudosa moralidad política, contra los que, poco o nada ha podido hacer la oposición.
Si el 2015 es un objetivo estratégico, la situación igualmente en poco se modifica. Una contundente victoria electoral de la oposición que le permitiera obtener no solo el control del ejecutivo, sino una modificación favorable en las cámaras, difícilmente haría perder la mayoría en el Senado, aunque ello si podría ocurrir en Diputados.
Aunque aún falta sobrado tiempo para el 2015 y el humor del electorado argentino puede modificarse en función de cuestiones exógenas y endógenas, podemos sostener sin temor a incurrir en error, que en esa fecha las alternativas que se planteen serán las mismas que hoy: “modelo cristinista” vs. “otra alternativa”
Y en esta disyuntiva es donde está la cuestión de fondo y la respuesta a la pregunta QUE HACER?
Lo que denominamos “otra alternativa” hasta ahora ha venido desarrollando una estrategia que va desde la oposición lisa y llana pero fragmentada, (FAP-UNEN con Sanz, Cobos, Binner, Roy Cortina, Carrió, Solanas, Margarita Stolbizer, Humberto Tumini, el PRO DE Macri, De la Sota con un pejotismo que fluctúa entre correr por su cuenta o aliarse); una oposición a medio camino representada por el FRENTE RENOVADOR, etc.) hasta las posturas tradicionales de la izquierda vernácula.
Los une el común denominador de enfrentar al FPV y nada más, lo cual, hoy por hoy resulta más que escaso para poder vencer a un adversario que ha sabido hacer de las derrotas un triunfo y del triunfo una formidable herramienta de construcción política y de poder.
Acusada de no poder mostrar “unidad” y un “líder” que la conduzca, la oposición se encuentra a merced de la agenda del oficialismo y de continuar por dicho camino a lo más que puede aspirar es a lograr un gobierno condicionado en el 2015, donde la fuerza del poder político seguirá estando en manos del cristinismo, o resignarse a que este continúe su dominio hasta el 2019.
Frente a este contexto, una alternativa posible y viable surge, no desde la política, sino desde un escritor como Galeano “La utopía está en el horizonte" y es allí donde creemos se debe colocar la utopía de un nuevo prototipo político, en el horizonte del futuro nacional para comenzar a caminar en pos de ella, no limitándose a derrotar a tal o cual adversario político sino a construir un nuevo paradigma en el que se inserte nuestro país.
En la fortaleza del cristinismo esta su debilidad.
En que es fuerte el cristinismo? En el “unicato” de su mando (al menos mientras conserva el gobierno) y en la “inmediatez” de su accionar, en su descarnado pragmatismo y en la discrecionalidad del manejo de los fondos públicos.
El cristinismo no genera “adhesiones”, sino “sumisiones”, no “adoctrina”, manda, y ello es posible en tanto y en cuanto su “relato” no se confronta con una alternativa superadora.
La única manera de generar esta alternativa es postergando los egos y estableciendo un COMPROMISO DE GARANTIAS NACIONALES Y REPUBLICANAS, que contemple la satisfacción de las necesidades fundamentales a escala humana, les de contenido político institucional y establezca un plazo determinado (y prolongado) para su realización.
Desde el punto de vista político se debe garantizar: Subsistencia, Protección, Participación, Identidad y Libertad a la totalidad de los habitantes, para que, satisfechas estas necesidades se pueda dar paso al Afecto, el Entendimiento, el Ocio, y la Creación.
La subsistencia tiene que ver con la necesidad de erradicar las causas que conducen a la marginalidad, la miseria y el hambre.
La protección con la seguridad, la salud, la educación y la plena ocupación laboral.
La participación con el fortalecimiento de mecanismos democráticos que vayan más allá de las votaciones bianuales y con organismos de cooperación y colaboración del conjunto social en el manejo de la cosa pública.
La identidad con la proyección de un estándar sustentable y creíble de Nación dentro del conjunto internacional y regional, insertándonos y colaborando con el mismo pero con características que nos son propias.
Y la libertad, resulta fundamental como cimiento del crecimiento y del mutuo respeto, una libertad con compromiso y responsabilidad social que nos permita avanzar como comunidad a todo el conjunto social, respetando las diferencias e idiosincrasias de cada uno.
En la satisfacción de estas necesidades necesariamente no se deben establecer prioridades, puesto que todas ellas deben ser satisfechas en un entramado que les permita a cada una progresivos niveles de complacencia.
Aun con la más amplia libertad para que cada uno pueda sostener los principios en los que cree y sustenta su modo de vida, debemos y podemos encontrar mínimos puntos de ACUERDO sobre los que trabajar en conjunto, auto controlando su realización y adecuando su cumplimiento a las cambiantes realidades, pero sin perder de vista el objetivo principal: su realización.
Estos puntos mínimos, cuya realización no esté sujeta a tal o cual personalidad o a tal o cual grupo, partido o facción política o sectorial, nos permitirán lograr una identidad de conjunto que naturalmente tenderá a incrementar la participación que de manera individual y colectiva nos corresponde.
El incremento de la participación ciudadana en las cuestiones de estado y en las cuestiones sociales aumentará los niveles de protección de todo el conjunto, tendiendo a erradicar aquellas cuestiones que hacen a mejorar los niveles de subsistencia.
Corresponde que cada voluntad que se sume al ACUERDO formule su apreciación de cuales, como y cuando deben ser los medios conducentes a fin de satisfacer estas necesidades.
Realidades como: hambre, pobreza, desocupación, desnutrición, no deben estar ausentes de las propuestas que las combatan, y ellas se encuentran concatenadas con la batalla contra la corrupción (pública y privada), la inseguridad, el narcotráfico y la trata de personas, con una Justicia más independiente, efectiva, eficaz y participativa que dé cumplimiento a los mandatos constitucionales de “afianzar la justicia” implementando el juicio por jurados en materia penal, penal económica y tributaria.
Tales enemigos a vencer requieren del compromiso del conjunto social, compromiso que no debe ser meramente discursivo sino ampliamente participativo, en el que, el conjunto social tenga el control final de lo que acontece.
Para ello resulta imprescindible la modificación del sistema electoral nacional, eliminando las “listas sábanas”, permitiendo que las candidaturas surjan del conjunto social al cual deben pertenecer y no de acuerdos de cúpulas o de la voluntad omnímoda de una sola persona, que a su vez dichos mandatos impliquen un “contrato” entre el postulante y sus votantes y que en caso de incumplimiento el mismo pueda ser revocado respetando la voluntad de los electores.
La participación no puede quedar relegada únicamente al voto bianual o a las “audiencias públicas”, la posibilidad de control ciudadano debe ser real y efectiva en todas y cada una de las políticas de estado y en los actos de gobierno.
Solo en el marco de una “libertad con responsabilidad social” puede el ser humano desarrollar plenamente su “capacidad creativa” poniéndola al servicio de sus semejantes en el “entendimiento” que la mejora en la calidad de vida de este, posibilita su propio crecimiento sostenible y el mejoramiento de su calidad de vida, y ello solo se puede hacer desplegando nuestro “afecto” hacia nuestros iguales.
En palabras de Francisco, “todos somos pecadores pero no podemos ser corruptos ni corrompidos”, y la primera descomposición de lo social comienza cuando no vemos en “el otro” nuestra propia imagen.
 Si como conjunto político social podemos comprometernos verdaderamente a ser laboriosos y constantes en alcanzar una serie mínima de puntos en los que mayoritariamente estemos de acuerdo y nos fijamos un plazo razonable para su realización, reconociendo con sinceridad y humildad cual ha de ser el lugar desde donde mejor aportemos a su concreción, ya no ha de ser determinante ser “primera figura”, “candidato estelar”, sino que lo definitivo va a ser estar “realmente comprometidos y consustanciados” con el COMPROMISO arribado, prestando todo nuestro esfuerzo desde el lugar que el destino nos asigne, con la clara consigna de que no es importante quien llegue primero sino que debemos resguardar a quien está por arribar último.


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