Los
resultados electorales desde 1983 a la fecha han marcado que, con diferentes
porcentuales que el
partido gobernante siempre ha tenido en frente, sin compartir su oferta
electoral, una porción importante, cuando no mayoritaria, de la población.
Si
bien ello no implica necesariamente una tajante división en dos bandos de la
masa electoral, un análisis de los candidatos desde 1983 a la fecha, permite
reagruparlos, con sus respectivas particularidades, en no más de cuatro núcleos
con raíces comunes.
La
UCR, de cuyo tronco se han desprendido la CC, GEN entre otros; el PJ; la centro derecha, (PRO) y la centro
izquierda, (los socialistas, PO, IP, en sus distintas vertientes). En las
sucesivas elecciones presidenciales (y sin considerar las elecciones
legislativas) a lo largo de estos casi treinta años, han surgido nuevas ofertas
electorales que de una u otra manera son desprendimientos de este cuarteto o
reagrupamiento de parcialidades de estos cuatro.
A
ello se ha sumado una característica de relevancia, los partidos políticos,
como estructuras de participación electoral, han dejado de ser entes colectivos
de participación, para transformarse en apéndices de figuras relevantes, fenómeno
que dio comienzo a partir del menemismo y ha alcanzado su punto culminante, (al
menos por ahora) en la actualidad.
Que
se quiere significar con esto?
Que
hasta 1983 inclusive, las candidaturas surgían de “abajo hacia arriba” y de
“adentro hacia afuera” de los partidos políticos, (existía lo que podemos
denominar “carrera política”) hasta
poder brindarse, merced a laborioso desarrollo político como oferta electoral:
Raúl Alfonsín, Víctor Martínez, Ítalo Luder, Deolindo Felipe Bittel, Oscar
Alende, Lisandro Viale, Rogelio Frigerio, Antonio Salonia, Rafael Martínez
Raymonda, René Balestra, Francisco Cerro, Arturo Ponsatti, Álvaro Alsogaray, Guillermo
Estévez Boero, Altamira, todos en mayor o menor medida habían tenido una
trayectoria interna dentro de sus respectivas estructuras partidarias y en
algunos casos cargos de representación popular.
A
partir de esa fecha comienzan a emerger “figuras”
políticas que, por determinadas cuestiones temporales emigran de sus partidos
de origen y gracias a sus características personales aglutinan adeptos que van
a conformar nuevos partidos con diversa suerte: José Octavio Bordón, Carlos
Chacho Álvarez, Elisa Carrio, López Murphy, entre otros son ejemplo de ello.
Otras, surgen de ámbitos ajenos al quehacer político: Lidia Satragno, Daniel
Scioli, Miguel del Sel, Palito Ortega, Aldo Rico, y encolumnan su prestigio
tras una personalidad política ya desplegada o bien intentan abrirse camino por
sus propios medios. Y finalmente se incorporan personalidades políticas
provinciales o locales que, emulando la trayectoria de Carlos Menem se
catapultan al escenario nacional: los Rodríguez Saa, Néstor Kirchner, Jorge
Omar Sobisch, Juan Carlos Romero.
Estas
entradas de nuevas figuras modifican de alguna manera los partidos
tradicionales y, los de las últimas categorías sobre todo, sientan la premisa
de que se “hace” política con “fama”
o con “plata”, desnaturalizando las
actividades internas partidarias y suplantándolas por auto designaciones a
candidaturas, razón esta por la que las negociaciones entre lo que antes eran
organizaciones políticas, ahora se tornan personales.
De
esta manera se produce un “achicamiento”
de la política y se propicia la “no participación”,
arrogándose los interlocutores el papel de “interpretes” de la opinión pública
y de sus manifestaciones.
Obviamente
las consecuencias de estas actitudes son de cortísimo alcance, a lo sumo el
lapso que va de un proceso pre-electoral al resultado del mismo y carecen de la
menor proyección política en el seno del electorado. Pese a ello, al siguiente
proceso el experimento infaliblemente se repite.
Como
resultado natural de esto, el oficialismo (que participa de los defectos arriba
señalados) con su férrea voluntad de unicato, la estructura del poder a su
disposición, la aquiescencia de legisladores, gobernadores e intendentes
necesitados de sus dádivas, se ve ampliamente favorecido por estos devaneos de
los opositores.
Así
las cosas el discurso “progresista” que publicita el modelo solo tiene como
adversario a la realidad, pero esta no tiene quien la interprete.
QUE
HACER?
Dicho
esto, si el objetivo político estratégico se encuentra a la distancia del 2015,
resulta más que evidente que las ventajas electorales solo están de parte del
oficialismo, pese a todos los traspiés que últimamente viene padeciendo, aun en
el caso de no lograr el oficialismo una contundente victoria, no se debe dejar
de tener en cuenta la amplitud de recursos que ha mostrado el cristinismo
(heredados del kirchnerismo) para “borocotizar” resultados y obtener que
voluntades opositoras repentinamente se tornen ultra oficialistas.
Sobradas
pruebas existen de la voluntad de ir siempre por más en el oficialismo, aunque
para ello deban apelar a recursos innovadores de dudosa moralidad política,
contra los que, poco o nada ha podido hacer la oposición.
Si
el 2015 es un objetivo estratégico, la situación igualmente en poco se
modifica. Una contundente victoria electoral de la oposición que le permitiera
obtener no solo el control del ejecutivo, sino una modificación favorable en
las cámaras, difícilmente haría perder la mayoría en el Senado, aunque ello si
podría ocurrir en Diputados.
Aunque
aún falta sobrado tiempo para el 2015 y el humor del electorado argentino puede
modificarse en función de cuestiones exógenas y endógenas, podemos sostener sin
temor a incurrir en error, que en esa fecha las alternativas que se planteen
serán las mismas que hoy: “modelo cristinista” vs. “otra alternativa”
Y
en esta disyuntiva es donde está la cuestión de fondo y la respuesta a la
pregunta QUE HACER?
Lo
que denominamos “otra alternativa”
hasta ahora ha venido desarrollando una estrategia que va desde la oposición
lisa y llana pero fragmentada, (FAP-UNEN con Sanz, Cobos, Binner, Roy Cortina,
Carrió, Solanas, Margarita Stolbizer, Humberto Tumini, el PRO DE Macri, De la
Sota con un pejotismo que fluctúa entre correr por su cuenta o aliarse); una
oposición a medio camino representada por el FRENTE RENOVADOR, etc.) hasta las
posturas tradicionales de la izquierda vernácula.
Los
une el común denominador de enfrentar al FPV y nada más, lo cual, hoy por hoy
resulta más que escaso para poder vencer a un adversario que ha sabido hacer de
las derrotas un triunfo y del triunfo una formidable herramienta de
construcción política y de poder.
Acusada
de no poder mostrar “unidad” y un “líder” que la conduzca, la oposición se
encuentra a merced de la agenda del oficialismo y de continuar por dicho camino
a lo más que puede aspirar es a lograr un gobierno condicionado en el 2015,
donde la fuerza del poder político seguirá estando en manos del cristinismo, o
resignarse a que este continúe su dominio hasta el 2019.
Frente
a este contexto, una alternativa posible y viable surge, no desde la política,
sino desde un escritor como Galeano “La utopía está en el horizonte" y es
allí donde creemos se debe colocar la utopía
de un nuevo prototipo político, en el horizonte del futuro nacional para
comenzar a caminar en pos de ella, no limitándose a derrotar a tal o cual
adversario político sino a construir un nuevo paradigma en el que se inserte
nuestro país.
En
la fortaleza del cristinismo esta su debilidad.
En
que es fuerte el cristinismo? En el “unicato” de su mando (al menos mientras conserva el gobierno) y en la “inmediatez” de su
accionar, en su descarnado pragmatismo y en la discrecionalidad del manejo de
los fondos públicos.
El
cristinismo no genera “adhesiones”, sino “sumisiones”, no “adoctrina”, manda, y
ello es posible en tanto y en cuanto su “relato” no se confronta con una
alternativa superadora.
La
única manera de generar esta alternativa es postergando los egos y
estableciendo un COMPROMISO DE GARANTIAS
NACIONALES Y REPUBLICANAS, que contemple la satisfacción de las necesidades
fundamentales a escala humana, les de contenido político institucional y
establezca un plazo determinado (y
prolongado) para su realización.
Desde
el punto de vista político se debe garantizar: Subsistencia, Protección,
Participación, Identidad y Libertad a la totalidad de los habitantes, para que,
satisfechas estas necesidades se pueda dar paso al Afecto, el Entendimiento, el
Ocio, y la Creación.
La
subsistencia tiene que ver con la
necesidad de erradicar las causas que conducen a la marginalidad, la miseria y
el hambre.
La
protección con la seguridad, la
salud, la educación y la plena ocupación laboral.
La
participación con el fortalecimiento
de mecanismos democráticos que vayan más allá de las votaciones bianuales y con
organismos de cooperación y colaboración del conjunto social en el manejo de la
cosa pública.
La
identidad con la proyección de un
estándar sustentable y creíble de Nación dentro del conjunto internacional y
regional, insertándonos y colaborando con el mismo pero con características que
nos son propias.
Y
la libertad, resulta fundamental
como cimiento del crecimiento y del mutuo respeto, una libertad con compromiso
y responsabilidad social que nos permita avanzar como comunidad a todo el
conjunto social, respetando las diferencias e idiosincrasias de cada uno.
En
la satisfacción de estas necesidades necesariamente no se deben establecer
prioridades, puesto que todas ellas deben ser satisfechas en un entramado que
les permita a cada una progresivos niveles de complacencia.
Aun
con la más amplia libertad para que cada uno pueda sostener los principios en
los que cree y sustenta su modo de vida, debemos y podemos encontrar mínimos puntos de ACUERDO sobre los que
trabajar en conjunto, auto controlando su realización y adecuando su
cumplimiento a las cambiantes realidades, pero sin perder de vista el objetivo
principal: su realización.
Estos
puntos mínimos, cuya realización no esté sujeta a tal o cual personalidad o a
tal o cual grupo, partido o facción política o sectorial, nos permitirán lograr
una identidad de conjunto que naturalmente tenderá a incrementar la
participación que de manera individual y colectiva nos corresponde.
El
incremento de la participación ciudadana en las cuestiones de estado y en las
cuestiones sociales aumentará los niveles de protección de todo el conjunto,
tendiendo a erradicar aquellas cuestiones que hacen a mejorar los niveles de
subsistencia.
Corresponde
que cada voluntad que se sume al ACUERDO formule su apreciación de cuales, como
y cuando deben ser los medios conducentes a fin de satisfacer estas
necesidades.
Realidades
como: hambre, pobreza, desocupación, desnutrición, no deben estar ausentes de
las propuestas que las combatan, y ellas se encuentran concatenadas con la
batalla contra la corrupción (pública y privada), la inseguridad, el
narcotráfico y la trata de personas, con una Justicia más independiente,
efectiva, eficaz y participativa que dé cumplimiento a los mandatos
constitucionales de “afianzar la
justicia” implementando el juicio por jurados en materia penal, penal
económica y tributaria.
Tales
enemigos a vencer requieren del compromiso del conjunto social, compromiso que
no debe ser meramente discursivo sino ampliamente participativo, en el que, el
conjunto social tenga el control final de lo que acontece.
Para
ello resulta imprescindible la modificación del sistema electoral nacional,
eliminando las “listas sábanas”, permitiendo que las candidaturas surjan del
conjunto social al cual deben pertenecer y no de acuerdos de cúpulas o de la voluntad
omnímoda de una sola persona, que a su vez dichos mandatos impliquen un
“contrato” entre el postulante y sus votantes y que en caso de incumplimiento
el mismo pueda ser revocado respetando la voluntad de los electores.
La
participación no puede quedar relegada únicamente al voto bianual o a las
“audiencias públicas”, la posibilidad de control ciudadano debe ser real y
efectiva en todas y cada una de las políticas de estado y en los actos de
gobierno.
Solo
en el marco de una “libertad con responsabilidad social” puede el ser humano
desarrollar plenamente su “capacidad creativa” poniéndola al servicio de sus
semejantes en el “entendimiento” que la mejora en la calidad de vida de este,
posibilita su propio crecimiento sostenible y el mejoramiento de su calidad de
vida, y ello solo se puede hacer desplegando nuestro “afecto” hacia nuestros
iguales.
En
palabras de Francisco, “todos somos pecadores pero no podemos ser
corruptos ni corrompidos”, y la primera descomposición de lo social
comienza cuando no vemos en “el otro” nuestra propia imagen.
Si como conjunto político social podemos
comprometernos verdaderamente a ser laboriosos y constantes en alcanzar una
serie mínima de puntos en los que mayoritariamente estemos de acuerdo y nos
fijamos un plazo razonable para su realización, reconociendo con sinceridad y
humildad cual ha de ser el lugar desde donde mejor aportemos a su concreción,
ya no ha de ser determinante ser “primera
figura”, “candidato estelar”, sino que lo definitivo va a ser estar “realmente comprometidos y consustanciados”
con el COMPROMISO arribado, prestando todo nuestro esfuerzo desde el lugar
que el destino nos asigne, con la clara consigna de que no es importante quien
llegue primero sino que debemos resguardar a quien está por arribar último.
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